miércoles, 6 de agosto de 2008


Hanami

Probablemente es la fiesta japonesa más famosa en todo el mundo. Literalmente "Hana" (flor) y "-mi" (ver), es decir contemplación de las flores. Todo Japón está lleno de cerezos ("sakura"), en los parques, a lo largo de las carreteras, en los campos.. este árbol que parece durante la mayor parte del año uno más sin nada que justifique su abundancia, aparece espectacular durante su floración, que apenas dura una semana o diez días, pero su belleza es tal, que justifica que se haya convertido en uno de los símbolos nacionales del Japón (aparece en los vagones del metro, en sellos, en la moneda de 100 yenes, tazas, platos...) Durante su floración se cubre de miles de pequeñas flores de color rosáceo, que hacen que los árboles vistos desde lejos parezcan estar nevados, mientras que de cerca, se aprecia la belleza y la delicadeza de su pequeña flor. 

Durante estos días, la costumbre japonesa es acudir a los parques y bajo los cerezos florecidos, comer, beber y charlar con los amigos, disfrutando de este espectáculo sin igual. 

Esta fiesta está cargada de simbología. Por un lado, significa el fin del duro invierno japonés y la llegada de la primavera, el buen tiempo y el renacimiento. También es la época del inicio del nuevo curso escolar y del nuevo año fiscal para los negocios. 

El otro significado asociado al hanami dada la brevedad de su floración, es la fugacidad de la vida. La frase "Mono no aware", algo así como "la tristeza por las cosas" o "la compasión" es un elemento central en la filosofía japonesa. La muerte y la desaparición en el ciclo de la vida son elementos tan fundamentales como su inicio, así que parte de la belleza de las cosas es precisamente la consciencia de que pronto desaparecerán, de que nada puede ser eterno y el dolor, la nostalgia que nos produce su contemplación sabiendo que pronto morirán, realza su belleza. En Occidente podría asimilarse al concepto de "la nostalgia del presente", esa sensación de pérdida que experimentamos cuando sentimos que un momento que estamos viviendo es perfecto y que lo recordaremos para siempre. 

El "mono no aware" entendido de este modo fue fijado durante la época Edo (1550-1850) por el lingüista, historiador y filósofo Motoori Norinaga (1730-1801) pero la costumbre de celebrar la fiesta bajo los cerezos es mucho más antigua, aparece reflejada en algunas crónicas del siglo VIII aunque parece que se generalizó a lo largo del periodo Heian (794-1192). 

La antigüedad del Hanami se ha visto relatada en el arte japonés. En Kojiki, del año 712, una de las primeras obras de literatura épica del Japón, ya se mencionaba esta costumbre. En la poesía de la era Heian (794-1185), se describe los Sakura como un símbolo de la delicadeza de la naturaleza y del ser humano.

En la era Edo (1550-1850), el escolar Motoori Norinaga (1730-1801) establece no una de las filosofías centrales, sino la central, de la literatura japonesa resumida en la frase “mono no aware”. Literalmente se traduce como “la lástima de las cosas” o “la compasión hacia las cosas”, pero su significado va mucho más allá. Para los japoneses, “mono no aware” significa que todo tiene un ciclo, que en el mundo desde los animales y los árboles, hasta las montañas y los ríos, tienen un principio y un final y que la destrucción de algo, a final de cuentas, es parte de un ciclo inevitable. “Siempre hay belleza en algo que llega a su fin”, hay belleza en la tragedia; “mono no aware” nos enseña a ser sensibles a la belleza que hay en todo y a valorar el tiempo. El florecer de los Sakura y lo súbito de su partida, es el origen de este pensamiento.



El hanami varía según la latitud, en el lejano sur (Okinawa) puede comenzar a partir de mediados de enero, mientras que no llega hasta Hokkaido, en el norte hasta principios de mayo. También varía según el invierno sea más o menos crudo, como ejemplo la media indica que en Naha, el hanami empieza el 19 de enero, el 28 de marzo Tokyo, el 31 Kyoto, el 12 de abril en Sendai hasta el 5 de mayo en Sapporo. El avance del hanami de sur a norte llamado "frente de floración" es seguido en las televisiones y todos los días aparecen reportajes sobre su llegada a lo largo de toda la geografía japonesa, así que en teoría se podría disfrutar del hanami dos meses, pero eso iría contra el propio significado del festival, así que no suele ser una costumbre habitual. 

Se puede disfrutar del hanami prácticamente en cualquier parque japonés, pero hay algunos lugares que son especialmente queridos, uno de ellos es el Parque Uedo en Tokyo, el Parque Naruyama (Kyoto) y el castillo de Nagoya son también famosos. 

La celebración es tan popular, que no resulta extraño durante estos días ver a ejecutivos (normalmente los jóvenes) bajo un árbol desde primera hora de la mañana reservando un lugar para celebrar la fiesta con sus compañeros de trabajo. El sake tiene una importancia muy grande, así que estos días es común ver borracheras espectaculares a cada paso en todos los parques japoneses. 

Como curiosidad, esta celebración japonesa ha sido exportada a diferentes países del mundo. A principios del siglo XX (en 1909 y 1912) el gobierno japonés obsequió al estadounidense con cerezos como prueba de buena voluntad. Dichos cerezos fueron plantados en Washington donde todavía se pueden contemplar. En otros países asiáticos son comunes, también en Australia o Nueva Zelanda. En Corea hay un enorme bosque en la ciudad de Busan, al sur. Plantados durante la ocupación estuvo a punto de ser talado en los años 70, ya que recordaba demasiado el dominio colonial, afortunadamente, la belleza se impuso y los cerezos alrededor de la bahía ofrecen una visión espectacular. 

Por último no se puede olvidar el mayor bosque del mundo: el millón de cerezos del Valle del Jerte (Cáceres), que suelen florecer a mediados de marzo y que tiene su propio Hanami: La fiesta del cerezo en flor.


En los jardines de mi universidad ya están floreciendo algunos árboles, entre ellos algún cerezo. En Japón, la flor del cerezo (y, en menor medida, la del ciruelo), tienen un significado importante. Para los samurái era su ideal: los guerreros esperaban morir mientras mantenían su esplendor, en la batalla, y no por envejecer, igual que la flor del cerezo (sakura, en japonés) cae del árbol antes de marchitarse, empujada por el viento. Además, hay una leyenda que cuenta que en un principio, las sakuras sólo eran blancas. Pero el seppuku (suicidio ritual para evitar la deshonra) que un samurái o un miembro de su familia cometía, solía realizarse delante de un cerezo. Por ello, según la historia, las flores del cerezo comenzaron a tornarse rosadas, debido a la sangre que absorbía el árbol.

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